Hoy voy a compartir un excelente artículo publicado por CLAUDIA KEGREISS en su blog ARMONÍA VOCAL que nos hace reflexionar sobre el cuidado de nuestra voz y nos aconseja adoptar hábitos y conductas tendientes a mejorar nuestra técnica vocal para evitar molestias y disfonías tan frecuentes en nuestra profesión .
El hombre es un ser social y necesita de la comunicación, del mismo modo que su cuerpo requiere agua y alimento para un buen funcionamiento. A través de nuestra voz expresamos nuestras emociones, sentimientos y personalidad. La voz enriquece la transmisión del mensaje articulado, acrecentando en la palabra el contenido emocional, la expresividad. Ella identifica al individuo, tanto como su fisonomía o sus impresiones digitales. Los problemas vocales afectan la vida personal, social y sobre todo profesional. Toda alteración es vivida con ansiedad y angustia. El desconocimiento de la importancia de ciertos cuidados para preservar la voz evitando abusos, postura y hábitos inadecuados es un factor común que puede traer como consecuencia una disfonía.
La práctica vocal bien estructurada no fatiga en absoluto la voz. Por el contrario, los músculos y los órganos vocales se desarrollan y se fortalecen con el ejercicio. El proceso fonatorio es automático, por lo tanto debemos realizar una fonación libre de cualquier esfuerzo, porque así las cuerdas vocales vibran con un máximo de eficiencia, y un sonido límpido se mantiene por mucho tiempo.
Quien ejerce una profesión que obliga a usar mucho la voz debe saber elevar al máximo su potencial vocal, sin comprometer su aparato fonador. Es así que tanto cantantes, actores locutores, telemarketers y por supuesto docentes, considerados profesionales de la voz, deben entrenar y cuidar al máximo una de las herramientas fundamentales que poseen para seguir ejerciendo su profesión sin problema.
Cuando reflexionamos sobre la expresión “la voz es el hombre” y la aplicamos a la actividad docente, surge otra: “La voz es el docente”. El docente en toda su dimensión. En él la voz no es sólo un instrumento para explicar y vehiculizar conocimientos; ella es la expresión sonora de su personalidad docente, reveladora de su individualidad toda. El docente por lo general inicia su actividad con la preparación técnica específica que hace a los contenidos programáticos e intelectuales propios de su profesión. Muy raras veces tiene en cuenta con qué condiciones vocales va a transitar en el camino del proceso enseñanza – aprendizaje con el que está íntimamente comprometido.
En la actualidad los docentes no reciben sistemáticamente instrucción foniátrica antes de ingresar al circuito laboral, lo que impide detectar las habilidades vocales antes de iniciar el uso vocal profesional. Tampoco se realiza alguna técnica de despistaje de patología vocal en la admisión a carreras docentes, ingresando personas no siempre aptas para el ejercicio vocal profesional. En el camino de la formación docente, y no en todos los institutos, la materia foniatría forma parte del primer año, dura un cuatrimestre y es básicamente teórica, en el mejor de los casos. Por supuesto cuando es el momento de las prácticas en el ultimo año y a punto de recibirse, pueden surgir las primeras molestias o disfonías, pero como todo se acostumbra así también el nobel comienza a transitar su camino como docente, adaptando su aparato vocal y todo su cuerpo para producir una voz audible, lo que redundará en el estado de sus cuerdas vocales y de su estado físico general ya que se modifica la postura, la tensión cervical aumenta, cambia el humor y su rendimiento en la clase y con el tiempo su energía o es la misma. Se acostumbra a perder la voz durante la semana y recuperarla el fin de semana o las vacaciones
El docente debe tomar real conciencia del valor de su voz y no sólo, cuando se altera, su rendimiento disminuye o la pierde. Quienes se dedican a la docencia siguen hablando, no como quieren sino como pueden y es cada vez mayor el número de disfonías que acumula este amplio sector profesional. A partir del año 1996 a partir de la ley N° 24557 se determinó que la disfonía crónica en los docentes es una enfermedad cubierta por la Ley de Riesgos de Trabajo, la cual debe encuadrarse por el Art. 114 A3 del Estatuto docente. A pesar de ésto los docentes que sufren de disfonías no lo denuncian y siguen cumpliendo sus funciones por temor a perder su puesto de trabajo o para conservar el presentismo. Por lo que los docentes conforman una población de riesgo vocal y, en consecuencia resulta de fundamental importancia prepararlos, dándoles herramientas que les permitan reducir sus excesos vocales en la vida diaria, practicar estrategias específicas, tratar de que se acerquen al conocimiento y aplicación de una adecuada técnica vocal, al auto - cuidado, a la adquisición de hábitos y conductas tendientes a mejorar su calidad de vida vocal.
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